Las casas de
Rústicas están vivas. Están abiertas al entorno que las rodea, un mínimo de cuidado, de cariño y se convierten en la imagen de su propietario. Las enredaderas, los arbustos, las flores o los árboles le cambian la cara cada estación.
Su emplazamiento y la situación también influyen de manera importante. Las vista y su propio entorno contribuyen a configurar el carácter de la vivienda.
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